Dicen los expertos en mercadeo digital que cualquier mensaje, sea verbal, gráfico o escrito, que quiera llamar la atención, debe seguir el acrónimo Spice: simple, popular, inesperado, concreto y emotivo. Si algo no se expresa de forma emotiva, concreta y con claridad aplastante, no existe.
La idea detrás de esto es que vivimos en un mundo donde lo importante no es explicar sino emocionar; no es argumentar sino impactar. La emoción gana. La complejidad pierde.
Los entornos Spice son espacios ideales para que prosperen las “ocurrencias” de las que hablaba Moisés Wasserman en una columna publicada en este periódico hace algunos meses. Según este profesor, la diferencia entre las ocurrencias y las ideas radica en que las primeras son pensamientos llamativos y espontáneos que buscan sorprender o provocar una reacción inmediata, mientras que las ideas son creaciones mentales fruto de la reflexión o sostenidas en la experiencia, que suelen estar conectadas con una intención de comprender, explicar o transformar algo.
De hecho, las ideologías se apoyan en estructuras mentales tipo Spice para filtrar y organizar la información de modo que refuercen una visión preestablecida del mundo, ignorando o minimizando los datos reales que la contradicen.
Es más, desde hace varios años estamos inundados de blogueros que utilizan el formato Spice como regla para crear contenidos puesto que su meta es priorizar la reacción antes que la reflexión o los likes antes que la verdad.
El antídoto contra las ocurrencias, las ideologías y ciertos influenciadores no es evitarlos, porque eso es imposible, sino adoptar una actitud crítica y reflexiva que privilegie el análisis riguroso de los hechos y la verificación estricta de la información.
Hay cosas en la vida –sobre todo las humanas– que necesitan más tiempo, más duda. Tal vez por eso el famoso escritor F. Scott Fitzgerald decía que la mejor prueba de una inteligencia es la habilidad de tener dos ideas opuestas en la mente al mismo tiempo, y seguir funcionando.
Seamos serios. Los mensajes que siguen el modelo Spice interpretan la realidad de forma superficial. Al exigir que todo se exprese en una frase llamativa, un video breve o una reacción emocional, estos contenidos nos alejan del análisis cuidadoso que requiere una realidad tan compleja como la nuestra.
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