Hasta no hace tanto, la figura presidencial era una que inspiraba y generaba respeto. Quiz??s no admiraci??n, pero quienes ostentaban esa alta dignidad s?? gozaban de lo primero. No ocurre as?? con nuestro actual mandatario, Gustavo Petro, quien ha hecho de su mandato un motivo de chiste entre gran parte de la ciudadan??a.
En estos tres a??os, Petro pas?? de poder haber sido un estadista serio a un meme recurrente. Y pese a que esto les puede parecer chistoso a muchos, esto es muy peligroso para la estabilidad y el futuro de nuestra democracia. La normalizaci??n de actitudes como la de Petro hace que veamos como ???geniales??? los exabruptos taquilleros del ???Jimmy Jump??? colombiano, el tenebroso y peligros??simo Daniel Quintero.
Las redes sociales se han vuelto la caja de resonancia de los comportamientos cada vez m??s err??ticos del Presidente, bien sea por sus lapsus de memoria, por su aspecto desencajado y golpeado y por sus discursos err??ticos. Cada vez que llega tarde, cada vez que abandona un evento protocolario antes de tiempo, cada vez que suelta un dato falso en sus trinos, la indignaci??n inicial se mezcla con la sorna. Y eso tiene efectos corrosivos: cuando el primer mandatario se vuelve objeto de burla, el pa??s pierde parte del respeto simb??lico que la figura presidencial debe inspirar.
Lo de Petro no es un fen??meno exclusivamente colombiano. A lo largo de los ??ltimos a??os, particularmente por la fuerza demoledora de las redes, l??deres que no supieron sostener el tono de grandeza se convirtieron en caricaturas de s?? mismos. El ex primer ministro brit??nico Boris Johnson, con su pelo revuelto y su ca??tico estilo de gobierno, termin?? siendo m??s recordado por las fiestas en Downing Street durante el confinamiento que por el ???brexit???.
Donald Trump ha sido parodiado hasta el cansancio por su compulsi??n a mentir y sus exabruptos en X. Silvio Berlusconi pas?? de ser el magnate carism??tico a un chiste viviente por sus esc??ndalos sexuales y judiciales. Nicol??s Maduro es hoy meme global: su ???pajarito??? reencarnado de Ch??vez y sus cadenas de rid??culos interminables le hicieron perder toda seriedad internacional.
Petro ya entr?? en ese deshonroso club. Son reiteradas sus imprecisiones (por no decirles mentiras), que van desde cifras econ??micas mal citadas hasta frases improvisadas sin sustento. Nadie le cree hoy nada al Presidente. Y ??l tampoco se ayuda, porque quien debe unir al pa??s solo se riega en desplantes e insultos hacia las instituciones ???militares, judiciales, medios de comunicaci??n???.
Cada vez que llega tarde, cada vez que abandona un evento protocolario antes de tiempo, cada vez que suelta un dato falso en sus trinos, la indignaci??n inicial se mezcla con la sorna
Pero el problema aqu??, como lo se??alamos antes, no es solo de Petro. Cuando un presidente se vuelve el hazmerre??r, se erosiona la autoridad simb??lica de la instituci??n. Las Fuerzas Armadas sienten menos motivaci??n para cumplir las ??rdenes de un l??der que parece no respetarlas. Los empresarios desconf??an de su capacidad para garantizar estabilidad. Los ciudadanos, en lugar de esperar soluciones, esperan el pr??ximo error para convertirlo en tendencia. La burla se convierte en anestesia: re??mos para no sentir el peso del fracaso colectivo. ??Ser?? consciente Petro de que cada desplante y cada mentira tienen un costo acumulado? Liderar es tambi??n cuidar el s??mbolo que se encarna: la investidura presidencial.
Colombia necesita un jefe de Estado que transmita seriedad, no alguien que parezca m??s pendiente de su propia narrativa que de resolver los problemas reales. A Petro ya no le interesa rectificar, ni mejorar su preparaci??n ni ajustar su comunicaci??n para devolverle rigor y credibilidad a su figura. Pero nosotros, los colombianos, debemos elegir a esa figura que no quiera ser un meme.
Petro pasar?? a la historia como un l??der que se diluy?? en el rid??culo, un gobernante que, en lugar de dejar legado, dej?? memes. Ojo con qui??n elegimos en 2026.
DIEGO A. SANTOS
Analista digital
En X: @DiegoASantos