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Esta es la identidad del hombre asesinado por sicarios en Santa Bárbara en Usaquén y el hombre que lo acompañaba
El crimen, ejecutado con precisión y frialdad, dejó conmocionada a la comunidad.
Lugar de los hechos. Foto: Carol Malaver EL TIEMPO Derechos de autor
Era una tarde aparentemente tranquila en Santa Bárbara Central, en la localidad de Usaquén, Bogotá. Como es habitual en este exclusivo barrio del norte de la ciudad, los restaurantes y cafés de la calle 119 con carrera 11D estaban llenos de vida: ejecutivos almorzando, empleados del sector gastronómico atendiendo pedidos, vecinos disfrutando del mediodía.
A eso de las 12:45 p. m., el ambiente se rompió con gritos y carreras. Testigos aseguran que no escucharon disparos fuertes, solo un leve estallido que rápidamente fue opacado por la conmoción. La razón: dos hombres armados habían ingresado a un restaurante de la zona y asesinado a sangre fría a un comensal. Llevaban puestos los cascos de motocicleta y, con armas equipadas con silenciador, ejecutaron un ataque certero y sin piedad.
La víctima, identificada como Jaime Murcia Pinzón, un hombre de aproximadamente 40 años, se encontraba sentado en una mesa del establecimiento. De acuerdo con algunos testigos, estaba acompañado por otra persona en el momento del ataque. No hubo oportunidad de reacción. Los sicarios le dispararon a quemarropa y, en medio del pánico generalizado, salieron del local y huyeron en la moto que habían dejado esperando afuera.
Personal del CTI de la Fiscalía y de la Policía arribaron al lugar. Foto:Carol Malaver EL TIEMPO Derechos de autor
Lo que más ha sorprendido a quienes frecuentan la zona no es solo la violencia del crimen, sino la identidad de la víctima. Jaime Murcia no era un extraño para los comerciantes y trabajadores del sector. De hecho, era conocido como un cliente habitual de varios restaurantes del vecindario.
“Él era un señor muy querido, muy conocido. Venía con frecuencia, se sentaba aquí, hablaba con nosotros”, relató un trabajador de un local cercano, aún visiblemente afectado. Murcia no solo almorzaba allí; entablaba conversaciones, era amable y se había ganado el aprecio de muchos.
Según información preliminar obtenida por este medio, Murcia quien llegó al restaurante en su vehículo particular de marca Mercedes, sería hijo de un reconocido empresario, aunque las autoridades no han confirmado oficialmente su filiación ni los posibles vínculos familiares que puedan tener relevancia en la investigación. Otras versiones indican que él trabajaba en el sector de la construccion, pero todo eso es solo materia de investigación y nada ha sido confirmado de manera oficial. Otra fuente le dijo a este diario que estaría conversando con un hombre conocido con el alias de El Caleño, pero eso hasta ahora es solo una hipótesis.
La violencia del ataque quedó registrada en los destrozos visibles del establecimiento. Los disparos —pese a haber sido realizados con silenciadores— rompieron los ventanales del restaurante, dejando una huella física de la brutalidad del acto. El cuerpo de Jaime Murcia quedó sin vida en la silla donde minutos antes compartía una comida. No tuvo oportunidad de defenderse.
Los residentes del sector quedaron conmocionados tras el crimen. Foto:Carol Malaver EL TIEMPO Derechos de autor
Pocos minutos después del ataque, llegaron al lugar varias patrullas de la Policía Metropolitana de Bogotá y unidades del CTI de la Fiscalía General de la Nación. La zona fue acordonada de inmediato y se dio inicio a la inspección técnica del cadáver. Posteriormente, el cuerpo fue trasladado al Instituto Nacional de Medicina Legal para la necropsia correspondiente, que permitirá determinar con exactitud el número de impactos y otros detalles forenses que puedan esclarecer cómo se perpetró el crimen.
Hasta el momento, las autoridades no han entregado detalles sobre los móviles del asesinato. No se ha confirmado si se trató de un ajuste de cuentas, un crimen por encargo o si tenía relación con otros hechos violentos recientes en la ciudad. Lo que sí es claro es que los responsables tenían todo fríamente planeado: utilizaron armas con silenciador, sabían a quién buscaban, y actuaron con precisión para no dejar margen de error.
Ya no se puede trabajar con tranquilidad. Ahora uno tiene miedo hasta de quién se sienta en las mesas
La Fiscalía abrió una investigación formal para establecer el tiempo, modo y lugar de los hechos, así como para identificar a los autores materiales e intelectuales. Las cámaras de seguridad del sector ya están siendo analizadas y se espera que en las próximas horas se revelen más pistas sobre la ruta de escape de los sicarios.
Este crimen se suma a una ola de hechos violentos que han encendido las alarmas entre comerciantes y residentes del sector desde hace años. Varios establecimientos han sido víctimas de robos, y aunque la zona ha sido históricamente tranquila, muchos aseguran que la situación ha cambiado drásticamente en los últimos meses. La Policía ha venido haciendo presencia fuerte en el lugar pero aún así el hampa ataca.
“Ya no se puede trabajar con tranquilidad. Ahora uno tiene miedo hasta de quién se sienta en las mesas”, comentó otro empleado del sector gastronómico.
La comunidad exige mayor presencia policial y respuestas claras por parte de las autoridades, no solo sobre este crimen, sino también respecto al creciente número de atracos y amenazas que han convertido a Santa Bárbara en un punto crítico en algunos meses del año.
El nombre de Jaime Murcia quedó grabado en las conversaciones de empleados, clientes y vecinos del sector. Su silla vacía, en la que quedó inerte tras los disparos, se convirtió en un símbolo de dolor y desconcierto. Para muchos, su muerte representa no solo una tragedia personal, sino también la evidencia de que la violencia no respeta fronteras.
Mientras su familia y allegados enfrentan el duelo y la comunidad exige justicia, Bogotá suma una víctima más de una violencia silenciosa que opera a plena luz del día, con precisión quirúrgica y sin que nadie —ni siquiera en un almuerzo cualquiera— esté a salvo.